Hierba, el cómic que narra la tragedia de las esclavas sexuales del ejército japonés

Hay historias que parecen ser ficción de lo terribles que son, pero como siempre la realidad gana… En este caso, la dibujante Keum Suk Gendry-Kim recoge en Hierba (Reservoir Books) la memoria de Lee Ok-Sun, una de las jóvenes coreanas víctimas del ejército japonés durante la guerra del Pacífico, y una de las «mujeres de consuelo» que fueron explotadas sexualmente contra su voluntad.

“Hierba ha sido aclamada por The New York Times y The Guardian, y se centra en la figura de una mujer que fue obligada a convertirse en una esclava sexual para el ejército imperial japonés.”

Y es que Lee Ok-Sun pasó su juventud en lo que llamaban «estación de consuelo». Es decir, un lugar donde tenía que prostituirse, y ya de mayor, compartió hogar con otras víctimas en  la «casa del compartir». Una historia atroz, pero que debe ser recordada, no solo para honrar a todas esas mujeres sino para visibilizar estas barbaries que nunca deberían suceder.

Tanto Lee Ok-Sun como muchas otras eran de Corea, que en aquella época era una colonia japonesa. Y además de tener que sufrir todo tipo de maltrato físico y psicológico, les impedían hablar en coreano y se las obligaba a adoptar nombres japoneses, así como someterse a cualquier vejación que los soldados quisiesen y asumir también trabajos forzados.

El origen

Una de las apreciaciones de esta historia procede de buscar y hacer hincapié en el origen de estos dramas.

“La gente suele mostrar interés por las víctimas durante las guerras, pero yo presto atención al contexto en el que nacieron.”

Y en el caso de la historia de Ok-Sun lo que sucedió es que al proceder de una familia extremadamente pobre, un buen día sus padres parece ser que fueron engañados (o no, ya que la propia protagonista albergaba dudas al respecto…) y la dieron en adopción con la promesa de que iría al colegio gracias a la situación boyante de sus nuevos progenitores… Pero eso no fue lo que ocurrió… Sino que desde ese día su vida se convirtió en una auténtica pesadilla, ya que pasó a trabajar sin descanso en el restaurante que regentaban sus «dueños». Tras esa experiencia, se convirtió en moneda de cambio y en propiedad de otras personas hasta que acabó en una «casa de consuelo», el peor lugar al que podía haber ido a parar.

“Por influencia del confucianismo en Corea se consideraba que las mujeres tenían que cuidar a sus padres y hermanos cuando eran pequeñas, y al casarse, a sus maridos y suegros.”

Ok-Sun sufrió en sus carnes el horror, el dolor y la humillación… Durante años la maltrataron, la violaron reiteradamente, intentó suicidarse y fugarse, tuvo embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, etc… Todo aquello le pasó a ella y a todas sus compañeras, que tristemente sufrían su mismo terrorífico destino.

Asimismo, y aunque la novela ahonda en todos los detalles, por consideración hacia las víctimas, la autora prefirió no dibujar las escenas más escabrosas como las violaciones, para evitar que su impacto fuese peor para las que sufrieron esas barbaridades. Algo que denota una sensibilidad y una compasión tales que convierten este ejemplar de casi 500 páginas en un relato más que necesario para la vida.

“Si un autor dibuja una escena de violencia o una violación, está denunciando su brutalidad, pero si las víctimas vieran esas imágenes revivirían los hechos y sería como sufrir una segunda agresión por parte del autor del libro.”

Ni olvido ni perdón

Curiosamente, y a pesar de todos los horrores que tuvo que vivir Lee Ok-Sun, cuando envejeció su carácter se mantuvo alegre.

“Era una persona muy optimista, aunque me contaba historias duras y dolorosas, bromeaba mucho. Después de cada entrevista volvía a mi casa con una energía muy positiva.”

Sin embargo, esto no significaba que hubiese olvidado el dolor ni todo lo que tuvo que sufrir, ni que tampoco hubiese perdonado a los bastardos que la vejaron de tal manera. Pero lo que ella misma aseguraba, es que esta actitud era su forma de sobrevivir y de avanzar por la vida… ya que el dolor y las heridas seguirían grabados en sus cuerpos y sus mentes para siempre.

Honor y dignidad

Aunque en 2015 hubo un pacto entre Japón y Corea que tuvo como resultado una indemnización, las víctimas consideraban que para ellas recibir esa compensación económica no era importante, ya que lo que no podían recuperar era su juventud ni su vida, la cual quedó marcada de por vida.

“Lee Ok-Sun pasó tres años como mujer de consuelo, en los que para ella fueron como estar muerta.”

Sin más, os recomendamos muchísimo que leáis esta trascendental novela gráfica. La historia agita y conmueve a partes iguales, pero es imperdible.


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