Entrevista al fotógrafo Rafael Trapiello

Rafael Trapiello es un fotógrafo profesional con una gran sensibilidad y una capacidad fascinante para crear pequeñas historias a partir de la contemplación de sus instantáneas. Su trabajo se mueve entre lo documental y lo poético, y a través del mismo suele abordar la relación del ser humano con su entorno, con sus semejantes, con el tiempo, con la memoria, con la muerte y con los afectos.

Desde 2021 le representa la galería Arniches 26. Y junto a ella expondrá este año en la próxima edición de UVNT Art Fair. Como Media Partners de esta feria internacional de Nuevo Arte Contemporáneo, tuvimos la ocasión de charlar con él sobre su trabajo, su proceso creativo, sus influencias y referentes y sobre el futuro de la fotografía, entre otros asuntos. Pasen y lean.

¿Qué significa que te consideras un fotógrafo-narrador semiescondido?

Esencialmente significa que mi voz está a medio camino entre la primera y la segunda persona, en una narración que busca un diálogo lo más directo posible con el espectador.

“No se trata de contar mi historia, sino la historia de todos, aunque para ello parta de mi propia experiencia personal.”

¿Qué querías ser de mayor cuando eras pequeño?

De pequeño pasé por varias fases. De niño me fascinaba la arqueología, después quería ser ingeniero y hacer puentes y ya de adolescente quería ser músico. La pasión por la fotografía llega más tarde.

“Curiosamente considero que mi profesión es una herramienta que me permite ser todo lo que quise de niño a la vez.”

Puedo ser un detective del tiempo, como un arqueólogo; a veces trabajo de forma analítica sobre el territorio, como un ingeniero; otras veces, cuando mi trabajo es más poético, se acerca más a un canto.

¿Cuándo tuviste claro que querías dedicarte a la fotografía? ¿y cuándo pudiste dedicarte a ella profesionalmente? ¿Qué tal fueron tus inicios?

La fotografía aparece en mi vida mientras estoy estudiando ingeniería de caminos. En la escuela había un laboratorio y una pequeña biblioteca con monografías de fotógrafos. Me pasaba el tiempo allí dentro, revelando y positivando, o bien empapándome de la fotografía de los maestros. Aquello sucedió en 2004. En 2006 me presenté a un premio de fotografía que daba la extinta Caja Madrid, y lo gané. A partir de ese momento me creí capaz de dar el salto hacia la profesionalización, también en parte por el apoyo de varios amigos fotógrafos, especialmente Juan Manuel Castro Prieto, que me animó desde casi el principio. A partir de entonces empezaron a llegar los primeros encargos profesionales, que compaginaba con mi trabajo como ingeniero en una constructora. En 2011 deje definitivamente la ingeniería para dedicarme por completo a la fotografía.

Ganarse la vida como fotógrafo hoy en día no es sencillo, la democratización del medio, la aparición de internet y las redes sociales, la crisis del papel… Ahora mismo hay miles de fotógrafos o fotógrafas con un talento descomunal y con una cultura visual impresionante.

“Me considero un afortunado por poder vivir de la fotografía. Y es algo que solamente puede suceder con constancia, esfuerzo, ciertas renuncias y la certeza de que tengo algo interesante que contar.”

¿Cuáles son los principales referentes e influencias artísticas y no artísticas que más han calado y calan en tu imaginario?

Mi obra se nutre de muchísimos referentes, no solamente fotográficos y no solamente contemporáneos u occidentales. Desde la escultura y arquitectura clásica griega y romana, pasando por la pintura y escultura renacentista, barroca, romántica y de las vanguardias y posvanguardias, a la literatura o el cine, tanto ensayo, como narrativa y poesía.

Por citar algunos nombres, Miguel Ángel, Bernini, Tiziano, Velázquez, Rembrandt, Turner, Stendhal, Balzac, Galdós, Tolstoi, Picasso, Hopper, Rothko, Emily Dickinson, Sánchez Rosillo, Li Po, los haiku japoneses… la lista es interminable. En lo fotográfico, algunos de mis referentes son Sally Mann, Bernard Plossu, Juan Manuel Castro Prieto, Rinko Kawauchi o Masao Yamamoto, aunque me dejo en el tintero muchísimos nombres más.

El año pasado llevaste a cabo “Todos los tiempos”, tu segunda expo individual en Galería Arniches 26, y que se trató de un compendio de una treintena de fotografías, muy personales, que además han formado parte de una publicación con el mismo título a cargo de Ediciones del arrabal. ¿Qué puedes contarnos al respecto? ¿tienes previsto publicar próximamente?

«Todos los tiempos» es sin lugar a dudas mi trabajo más complejo hasta la fecha. Yo venía de la fotografía documental, que siempre ha sido un estilo en el que me desenvolvía de manera muy natural. Pero el nacimiento de mi hija Manuela trastoca emocionalmente mi mundo y lo pone del revés. Con ella aparece la felicidad, pero también el miedo a la muerte y la necesidad de volver a las preguntas existenciales de siempre, aquellas de las que se han ocupado el arte y la poesía a lo largo de la historia: el De dónde venimos, a dónde vamos, quiénes somos…

“Todos los tiempos es una cosmogonía personal que habla de estos asuntos: la vida, la muerte, el amor, la belleza, y el tiempo.”

En la exposición la disposición de las obras se asemejaba a una constelación dentro de una cueva oscura que a su vez era un trampantojo: una noche estrellada. El espectador iba desvelando cada una de las imágenes con una linterna.

Obviamente en el libro no podía replicar esta experiencia, así que lo que podemos ver en él, si bien el contenido es el mismo (y algunas fotos más), se asemeja más a una melodía que transita o flota en el tiempo.

En este sentido, una de las características más importantes de las fotografías que conformaban tanto el libro como la exposición era su atemporalidad, de tal forma que el lector/espectador no supiera cuando habían sido hechas, si hace diez o cien años. Al liberar a la fotografía de la atadura del tiempo las imágenes trascienden el hecho de lo fotográfico para pasar a ser «simplemente» arte.

La necesidad de hacer libros siempre ha estado presente en mi carrera. Para mí el libro cumple tres funciones esenciales: al contrario que la exposición, que siempre tiene un carácter efímero, el libro permanece en el tiempo. También me parece una manera de fomentar un coleccionismo para todos: no tengo que tener mucho dinero para poder llevar a casa las fotografías de un fotógrafo o fotógrafa que me gusta si ha publicado un libro con ellas. Y finalmente, me ayuda también a cerrar un proyecto.

“El libro para mí, junto con la exposición, es la cristalización de un proyecto fotográfico.”

Así que sí, tengo previsto seguir publicando libros, aunque de momento sin fecha, dependerá de cuándo termine los proyectos que tengo en marcha en estos momentos.

Sueles fotografiar en blanco y negro y generalmente en formatos pequeños.  ¿Siempre fue así?

“Siempre he utilizado el blanco y negro para mis proyectos personales más relacionados con la poesía, dejando el color para mis proyectos documentales.”

El blanco y negro tiene una cualidad que el color no tiene: Se aleja más de la realidad, es más sintético, menos ruidoso y menos sujeto al tiempo.

En cuanto a los formatos, en realidad trabajo con formatos que van desde un tamaño pequeñ, 15 cm x 12 cm, a copias que llegan a los 140 cm en el lado largo. Pero es cierto que siempre me han gustado las fotos de tamaño reducido. Estos tamaños obligan al espectador a acercarse mucho, estableciéndose una relación más íntima con la fotografía. Teniendo en cuenta el tipo de trabajo que yo hago, tan cercano a la poesía, estos tamaños me ayudan a conectar mejor con el lector/espectador. De todas formas es algo que hacen muchos fotógrafos y fotógrafas que me gustan, especialmente Masao Yamamoto.

Otro aspecto de tu obra que nos parece muy interesante son tu encuadres inusuales y cómo usas la metáfora visual para suscitar evocaciones significativas. ¿Cuál ha sido el viaje hasta llegar a tu particular estilo?

Ha sido un viaje largo, desde luego.

“Encontrar tu voz es algo que solamente sucede después de mucho tiempo.”

Cuando uno empieza a hacer fotos todas se parecen mucho a las de otros. A medida que vas asimilando la obra de tus referentes vas soltando lastre, dejándoles atrás. Poco a poco empiezas a fotografiar con menos complejos, utilizando técnicas y encuadres con los que al principio no te atrevías, por estar fuera del canon. Es algo que me ha sucedido con los encuadres verticales, por ejemplo. Si pensamos en un paisaje, en principio todos tenemos en la cabeza que ha de fotografiarse en horizontal. Esto es una convención occidental, ya que si miramos la pintura clásica oriental nos damos cuenta de que la mayor parte de los paisajes se han representado allí en formatos verticales.

En mi caso, hace tiempo me cuestioné esta convención occidental y empecé a fotografiar paisajes en vertical. La escasa existencia de ejemplos de este tipo de encuadres me ha dado libertad para enfrentarme a esta nueva manera de representar el paisaje. Lo mismo sucede con la utilización de la metáfora visual. De la fotografía no me interesa tanto que enseñe «lo que es» como «lo que podría ser». Como sucede a menudo en el haiku: un pétalo de cerezo puede ser una mariposa y viceversa. Esa posibilidad me parece mágica y hermosísima, y es algo a lo trato de acercarme mediante la fotografía.

¿Un proyecto fotográfico de autor suele llevar mucho tiempo desde que tienes la idea, la desarrollas, viajas al lugar (si procede), haces las fotos, luego editas y procesas. Todo ese tiempo viajas casi a ciegas y sin saber muy bien si será rentable o si te llevará a exponerlo. Cómo artista, ¿cómo te enfrentas a ese vacío del proceso de levantar un proyecto?

En realidad no voy tanto a ciegas. Siempre hay un propósito, una meta que alcanzar, que es el propio proyecto fotográfico. Afortunadamente casi todos mis proyectos han llegado a buen puerto, ya sea en forma de libro o en forma de exposición. Otra cuestión es la rentabilidad, algo que afortunadamente se ha ido solucionando estos últimos años. Pero digamos que el motor que me mueve es la propia pasión por lo que hago.

“La fotografía para mí es un estilo de vida, no me imagino haciendo otra cosa.”

A algunos mi manera de vivir puede parecerles inconsciente, incluso imprudente. Pero puedo asegurar que si de algo estoy seguro en esta vida es de hacer exactamente lo que hago.

Has declarado que el nacimiento de su hija transformó todo lo que venía siendo imprescindible y urgente en tu vida. ¿Crees que quizás de ahí viene esa necesidad de registrar la memoria familiar a través de tus instantáneas?

Absolutamente. Entiendo que es algo que le pasó también a Sally Mann en su trabajo Inmediate Family, y también en los trabajos posteriores. En mi caso no se trata tanto de registrar mi propia memoria familiar, ya que mi familia no tiene nada de especial o extraordinario. Los miembros de mi familia funcionan en mi trabajo como arquetipos (de infancia, de amor, de belleza) para hablar de la condición humana y de nuestra relación con el mundo.

Tus libros han sido premiados en varias ocasiones. ¿Qué valor tienen para ti los galardones?

Tienen su importancia, desde luego, pero relativa. A todos nos gusta que premien nuestro trabajo, pero si no me premian tampoco le doy vueltas.

Veo los premios y reconocimientos como avales en mi trayectoria que me permiten aplicar a becas o pedir financiación para mis proyectos con mayor seguridad, pero no alimentan mi vanidad.

Por cierto, ¿qué puedes contarnos del proyecto «Región. Misión Paisaje Madrid», del que formáis parte 33 fotógrafos madrileños y que se trata de una iniciativa del Departamento de Patrimonio de la Comunidad de Madrid en el que cada artista debe encargarse de seis pueblos o distritos?

“Región es un proyecto histórico, basado en las grandes misiones fotográficas que se hicieron en el pasado, como la FSA en EEUU o las misiones fotográficas europeas.”

En «Región», tanto yo como mis 32 compañeros, hemos compuesto un mosaico coral en el que se puede ver cómo es nuestra Comunidad Autónoma ahora mismo. Cada uno de nosotros ha fotografiado 6 pueblos o distritos de la Comunidad, para crear un gran archivo fotográfico de carácter público de casi 2000 fotografías. Todo esto en un tiempo récord de menos de un año. En mi caso he trabajado en 6 pueblos de la Sierra Norte o Sierra Pobre. Yo he buscado esencialmente representar las huellas de la interacción de sus habitantes con el entorno natural. La exposición se ha inaugurado el 8 de febrero en el complejo «El Águila» con una selección de 190 fotografías y la publicación de un catálogo con todas ellas, y estará abierta al público hasta el 7 de mayo.

¿En qué estás trabajando en estos momentos y qué proyectos de futuro puedes avanzarnos?

Tengo dos proyectos en marcha en los que estoy trabajando en paralelo. Por una parte, un proyecto colectivo junto a Jonás Bel, el tercero que hacemos juntos. Como los dos anteriores proyectos, va a tener un año de duración y trata sobre la España contemporánea. Si el primero habló sobre la crisis de 2008 y el segundo sobre el cambio climático, este tercero hablará sobre la España vacía. Parte de este proyecto podrá verse en Arniches 26 en junio de este año, coincidiendo con PhotoEspaña.

El otro proyecto en el que estoy trabajando ya desde hace algunos meses habla sobre el origen, y guarda ciertas similitudes con «Todos los tiempos». De momento no puedo desvelar demasiado, pero sí puedo decir que este año podrá verse un avance. El año que viene tengo prevista una exposición en Suiza con un trabajo que mezclará fotos tanto de allí como de aquí, y que seguramente itinere a España.

Mucha gente lleva anunciado desde hace años la muerte de la fotografía. Las herramientas la han democratizado y las aplicaciones como Instagram Flickr o similares, que en un inicio pretendían poner la foto en el centro, ya claudican en favor del video. Paradójicamente, nunca se ha fotografiado tanto, y a la vez, nunca la fotografía ha tenido menos valor. ¿Qué crees que está pasando con la fotografía?

Cuando apareció la fotografía todo el mundo se apresuró a anunciar la muerte de la pintura, y hoy sabemos que no fue así (aunque sí la transformó).

“Hay que diferenciar la fotografía como lenguaje de la fotografía como arte. A nadie se le ocurre decir que la lista de la compra o que el contrato del seguro del coche son obras literarias.”

El hecho de contener palabras no les dota de la categoría de obra literaria, hace falta otra cosa. Siguiendo con el símil de la literatura, la gran alfabetización de la sociedad occidental en la segunda mitad del siglo XX ha democratizado la escritura, pero no por ello las obras literarias hechas ahora tienen menos valor (incluso yo diría que todo lo contrario, ya que hay más posibilidades de que aparezcan buenos escritores o escritoras simplemente por estadística). Pensemos, sin embargo, en los miles de millones de tweets que se publican al día. Son palabras escritas, pero, ¿son literatura? Con las fotografías es igual. Se publican miles de millones de fotografías cada día en Instagram, pero la inmensa mayoría de ellas se hacen con una vocación de comunicarnos, no tienen la categoría de obra artística. Y lo mismo pasa con el vídeo: ¿son todos los vídeos que se publican en tiktok obras maestras del cine?

“Seguramente la fotografía se va a transformar, pero no desaparecerá, de eso estoy seguro.”

¿Sigue en activo el colectivo NOPHOTO?

No, NOPHOTO cerró su etapa justo antes de la pandemia. Fue el colectivo más importante de fotografía que ha habido en España en los últimos treinta años, y es un orgullo haber formado parte de él.

¿Qué papel ocupan las redes sociales en tu vida profesional?

No soy un gran consumidor de redes sociales. En este sentido solamente uso Instagram para publicar y promocionar mi trabajo, e incluso a veces hasta vender obra. Es decir, para mí es una herramienta, ciertamente poderosa y eficaz, para comunicar mi trabajo. Pero más allá de esto, trato de no perder demasiado tiempo con ella.

Has expuesto en el Hermitage de San Petersburgo, la Bienal de Arquitectura de Venecia, el Centro de Arte Alcobendas, la Sala El Águila de Madrid, La Llotgeta valenciana, el Centro José Guerrero granadino o el Auditorio de Galicia, entre muchos otros. ¿Qué puedes adelantarnos de tu participación en esta edición de UVNT Art Fair con la Galería Arniches 26?

En UVNT Art Fair la Arniches 26 presenta una un conjunto de obras en torno al cuerpo y la sensualidad de varios artistas representados por la galería. En mi caso se trata de tres obras que forman parte de mi investigación personal sobre el origen de la belleza, que es uno de los temas fundamentales en mi trabajo de estos últimos años.

(*) Imágenes proporcionadas por Rafael Trapiello. Foto portada by Guillermo Navarro.


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