
Los misterios de la memoria
El neurólogo y neurocientífico Facundo Manes dice sobre la capacidad de nuestro cerebro para recordar u olvidar algo, que a nuestro córtex le gusta suprimir de la memoria hechos no deseados o poco relevantes, prefiriendo, sin embargo, salvaguardar aquellas vivencias más emocionantes. Asegura también, que todo ello sucede por la dopamina, ya que es la que nos impulsa a perseguir constantemente el placer y la recompensa.
Asimismo, confirma en un artículo sobre este tema que el olvido es el aspecto más prominente de la memoria. Es decir, que nuestro cerebro no guarda con detalle todo lo vivido sino que a su manera hace una especie de resumen. Porque cada vez que revisita cada recuerdo se convierte en víctima de las nuevas percepciones, y eso provoca que lo recordado se vaya transformando en algo diferente del hecho objetivo cada vez que lo evocamos. Vamos… que entra en un bucle sin fin, alejándonos sin querer de lo que sucedió en realidad.
“Aquello que nosotros recordamos no es el acontecimiento como fue en realidad, sino la forma en que fue recordado.”
Pero tal y como os comentábamos al principio, las motivaciones de nuestro cerebro por olvidar unas cosas y no otras son sorprendentes. Algunos olvidos son producidos por nuestro cerebro por cuenta propia sin que le pidamos que lo haga. ¡Sí, sí! Él mismo toma este tipo de decisiones y, como si se tratase del archivo de una oficina, destruye ciertas memorias/carpetas sin previo aviso. ¿No os recuerda en parte a la peli de Michel Gondry «Olvídate de mi…’? Vale que no sucedía exactamente eso, pero en la película era un «doctor» quien activamente entraba en el cerebro de quienes lo solicitaban, para eliminar aquellos recuerdos que «por h o por b» les causaban dolor. Una especie de cerebro personificado que se hacía con los mandos de la máquina central y que hacía y deshacía según las peticiones del paciente. Food for thought.
Por otro lado, y aunque las reflexiones de Manes hacen más hincapié en los problemas de memoria a medida que nos hacemos mayores, también pone sobre la mesa otro tema muy interesante, que demuestra a partir de múltiples experimentos que las memorias asociadas a una carga emocional intensa son aquellas que logran mantenerse en nuestra mente. Lo cual significa que retenemos más y mejor aquello que nos emociona. ¿Lo hará por aquello de protegernos? ¿por aquello de que estamos programados para el placer? Sea como sea, parece que nuestros cerebro lo tiene claro: se queda con lo bueno. Y ¿vosotros, cómo lo vivís? ¿sentís que cada vez que revisáis un evento que os marcó cambia vuestra percepción del mismo?
“Benditos sean los olvidadizos pues superan, incluso, sus propios errores.” Friedrich Nietzsche
(*) Fotograma de la película «Olvídate de mí» de Michel Gondry.
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