
«Los espías no hablan», el homenaje literario de Carlos Holemans a su padre
Karel Holemans fue pintor en los años 30 y también caballero templario. En los años 40, tras la invasión nazi de Bélgica, trabajó como agente doble, mientras estaba casado con Rachel Vanderels, una agente de la Resistencia que además fue una de las conocidas como ‘mamás belgas’, enfermeras que vinieron a España durante la Guerra Civil para atender a los heridos republicanos. Consiguió sacar de Bélgica, proteger y entregar en Oporto (Portugal) el archivo del grupo secreto al que pertenecía: la Orden Soberana y Militar del Templo de Jerusalén. Fue un apátrida y fue condenado a pena de muerte por ser agente del enemigo. Se exilió en España, donde pasó el resto de su vida y donde conoció a su segunda esposa, tu madre, hija desheredada de una familia de empresarios del cava. Además de entre otras mil y una historias que no queremos avanzar, también fue testigo como traductor de uno de los dos últimos ejecutados por el régimen franquista.
Tras 11 años de investigación profunda, su hijo, Carlos Holemans, quien lleva más de 30 años dedicado a la creatividad, le rinde homenaje con esta autobiografía que saca a la luz las múltiples e inverosímiles vidas de su progenitor y otros familiares, mientras narra la historia de la Europa durante y tras la invasión nazi así como la España de Franco y postfranquista. Un libro extremadamente hipnótico que devoraréis sin tan siquiera planteároslo. Te coge del pescuezo y no te suelta hasta llegar a los agradecimientos…
Hace unos días, hablamos con él para ahondar un poco más sobre este curioso viaje y esto fue lo que nos contó. Pasen y lean.
Lo primero: ¿qué tal estás? Hace muchísimos años ¿más de 15? que no hablamos, después de que El Laboratorio fuese la agencia de Bwin, la empresa en la que yo trabajaba como Product Manager.
Muy bien. Tras vender El Laboratorio a MacCann y volver a trabajar allí me di cuenta de porqué había querido crear una agencia boutique. Así que decidí cambiar de aires, ya que la publicidad ya no era lo mismo, y ahora estoy trabajando como Chief Creative Officer en Deloitte Digital.
También quiero felicitarte por este libro tan fascinante. Lo he devorado en dos días y medio. No podía parar y claramente he visto una película mientras lo leía. Enhorabuena por este gran trabajo de investigación y arqueología familiar y por haberlo narrado con tanta emoción, detalle y cariño. Que sepas que llega.
¡Muchísimas gracias!
Tal y como tú mismo aseguras: «Necesitaba entender las razones, revelar los secretos (…) y, quizás, algún día, restaurar su nombre. Para no ser yo, nunca más, el hijo de un fugitivo, de un criminal condenado a muerte». ¿Cuándo sentiste esa llamada?
Todo esto empezó en mayo de 2012. Abrí una carpeta en el ordenador que se llamaba: «libro». Aunque como te puedes imaginar, con una historia familiar así, lo cierto es que era algo que me rondaba la cabeza desde hacía muchísimo tiempo.
Por curiosidad, ¿qué respondías en el colegio cuando te preguntaban por la profesión de tu padre?
No sabía que decir… Mi padre me tuvo con 52 años. Yo sabía que había pintado, pero que había dejado de hacerlo por problemas con la vista. Así que para mí era un pintor que no pintaba, era un tipo que estaba permanentemente rodeado de personas nada corrientes para aquella época, la Tarragona de finales de los 60’s. veía a mi padre hablando en alemán, en holandés, en francés… con unos tíos que llegaban de países europeos conduciendo unos cochazos que alucinabas en una España muy subdesarrollada. No era algo común, y aquello se alejaba de toda cotidianidad posible. Se notaba que hablaban de la guerra, de política, de lo que había ocurrido décadas antes. Y este era el ambiente en el que mi padre se movía, y yo también, ya que él me llevaba a todas partes.
Es el ambiente en el que yo crecí, rodeado de personajes que se dedicaban a cosas muy marcianas y a la vez muy misteriosas. Y todo eso te va creando una incógnita, una obscuridad. Y si a eso le añades la historia de mi madre, que también tela marinera, pues ahí lo tienes jajaja
“En realidad mis padres eran dos fugitivos, aunque cada uno huía de cosas distintas.”
Siempre tuve la sensación de que éramos tres setas que habíamos crecido en el bosque… Optaron por instalarse en una ciudad como Tarragona, donde ninguno tenían ningún tipo de arraigo…
¿Has hecho terapia para superar la muerte de tu padre y para comprender todas las circunstancias e historias que has vivido o que pululaban a tu alrededor?
Sí, llevo 23 años en psicoanálisis. El libro se ha escrito en horizontal jajaja Me ha venido muy bien. Mucho trabajo de estructura lo he hecho a través del psicoanálisis.
Creo que hay dos formas de investigar. En mi caso, ha habido de las dos: una más introspectiva, como muy intuitivamente has señalado, y otra más de pisar calle, de bucear en archivos… digamos que es «más detectivesca».
“Este libro ha servido para recuperar mi contacto con Bélgica.”
Tengo un conocido flamenco que tiene una productora de documentales, y está muy obsesionado con el colaboracionismo flamenco con la invasión nazi. Él empezó a interesarse por este tema porque en Argentina hay familias y personas en una situación parecida a la mía. Es decir, es gente que ha nacido en Argentina y que son hijos de flamencos que dejaron Europa después de la guerra porque habían colaborado. Son argentinos pero en su casa hablan flamenco y no han pisado Europa en su vida. Una lengua que desafortunadamente yo no hablo porque mi padre lo quiso así. Probablemente para protegerme.
Este chico me comentó que le interesaba mucho mi historia, aunque yo estoy interesado en hacer con ella algo de ficción y no un documental, y me llamó mucho la atención porque este fenómeno es común a todos los exiliados. Y yo nunca tuve la sensación de ser hijo de un exiliado. Viví a espaldas de todo esto.
Tras la publicación del libro y con todos los deberes hechos con respecto a este proyecto ¿cómo se queda uno? Sobre todo, después de haberte sumergido durante 11 años en las entrañas de la historia de tu padre, de tu familia y de la historia de la Europa nazi, franquista y post franquista… ¿Y ahora qué?
Es una segunda orfandad. La conexión que tienes cuando escribes un libro así es tremenda.
“Durante 11 años he estado en permanente diálogo con mi padre.”
He estado todo el tiempo dialogando con su memoria, tratando de entender porque hizo lo que hizo, que hubiera hecho si hubiera ocurrido otra cosa, que hizo en aquella circunstancia que desconozco, porque hay lagunas… He tratado de de atar cabos, e inevitablemente he recurrido a la especulación. Conjeturas para saber qué es lo que pudo haber ocurrido.
En cualquier caso, por fortuna mi padre fue juzgado, y aunque fue una putada para él, este hecho dejó un rastro escrito, algo que siendo espía era imposible. Algunas cartas que he encontrado son muy elocuentes y pueden leerse entre líneas cosas que pudieron haber ocurrido…
Por fortuna, el abuelo de Nicolás en Bélgica era de los que guardaba muchísimos papeles y documentación de manera compulsiva, y eso ha sido de extraordinaria ayuda. Después he tenido que llevar a cabo un trabajo arduo de traducción de todos esos documentos, pero ha valido mucho la pena.
En todos estos viajes te ha acompañado tu hijo, que en cierta manera ha actuado como tu querido Watson… ¿cómo se ha sentido? ¿ha sido emocionante para él? ¿cuál es su vinculación con Bélgica en estos momentos?
Sí jajaja Desde que tenía muy poquitos años. Recuerdo un pasaje del libro, que es rigurosamente cierto, en el que cuento que estuvimos caminando sobre los pasos de mi padre en la ciudad de Malinas, que es preciosa por cierto, y que seguimos el recorrido de uno de los testigos que figuraban en el expediente judicial de mi padre. Al hacerlo nos dimos cuenta que la ciudad apenas ha cambiado.
Por cierto, me quedé con la intriga del paradero final de Rachel, la primera mujer de tu padre, una agente de la Resistencia que además fue una de las conocidas como «mamás belgas». ¿No lograste contactar con sus familiares?
Como sabes, Rachel y mi padre formaban una pareja cuanto menos curiosa. El montaje familiar era el espionaje y la venta de información. Mi padre era ultranacionalista flamenco, y cuando los alemanes invadieron Bélgica colaboró con ellos, tal y como hicieron los nacionalistas belgas. Eso significaba que mi padre era pro alemán. Y Rachel, era militante del partido socialista y miembro de la Resistencia. En su casa incluso se imprimía propaganda de la Resistencia y se escondía a comunistas.
A pesar de sus diferencias, Karel y Rachel eran complementarios. Se sentaban a la mesa para ver qué tenía cada uno e intercambiaban información para luego venderla. Mi padre logró convencer al servicio secreto alemán para que a su mujer, que era de la Resistencia, le pagaran todos los meses 5000 francos belgas. ¡Y eso es una fortuna!. También es muy curioso que quien iba a entregarle ese importe fuese el jefe del servicio secreto alemán, que además fue quien luego se lió con ella y se convirtió además en una de las personas mejor informadas de Bélgica, tras obtener información dual de tal calibre… La verdad es que todo aquello fue todo un juego de espejos, donde muchas veces no he sabido muy bien donde estaba cada uno…
Volviendo a tu pregunta, una de mis grandes frustraciones en esta historia es no saber más sobre Rachel. Sé que murió sin hijos en 1992 en una residencia de ancianos. También sé que no tuvo familia, pero lo curioso es que no hay absolutamente ningún rastro escrito sobre ella. Sí que descubrí que estuvo en la cárcel unos meses, y que no lo pasó muy bien, y que después fue liberada por los británicos cuando estos liberaron Bélgica de la ocupación nazi.
Tras el fin de la guerra Rachel se convirtió en una heroína de la Resistencia, y por ello empezó a percibir una pensión del Estado como víctima. Su amante, Louis Delgrange, el jefe de los servicios secretos alemanes, sin embargo, se convirtió en el mayor traidor de Bélgica. Por lo que sé, este señor acabó sus días solo y murió de tuberculosis en un hospital de beneficencia, después de que Rachel le dejara, a pesar de sus intentos por casarse con ella y evitar así que le extraditaran y le matasen en Alemania, por nazi
¿Han habido momentos en los que has pensado en abandonar?
No, al contrario. Aquí ha funcionado el efecto bola de nieve. No podía parar.
“Había días que empezaba a las seis de la tarde y eran la una de la mañana y no había comido nada… Este asunto me obsesionó y absorbió muchísimo.”
La vida de tu padre Karel Holemans fue absolutamente increíble. ¿Cómo te quedaste al conocer todo esto? ¿Pensaste en algún momento que tu padre podría esconder una historia tan alucinante como esta?
A mí me costaba mucho entender… De lo único de lo que mi padre sí presumía era de lo que hizo por los Templarios. Él se jactaba de haber salvado a mucha gente del campo de concentración.
Pero claro eso también era una gran contradicción. Es decir, ¿por qué si eres un espía de los alemanes, salvas a esta gente de los campos de concentración? Como también empecé a estudiar historia, tampoco podía comprender que si los independentistas eran anti belgas y el rey representaba la unidad de Bélgica, ¿cómo era posible que mi padre siendo tan monárquico, profesase esas otras ideas opuestas…?
“Mi padre era absolutamente camaleónico y me costó mucho entender sus diferentes colores.”
Para ello, tuve que entender mucho al país, preguntar e investigar muchísimo…
Por ejemplo, sobre el tema de los Templarios no tenía ni idea, era un tema hasta ese momento desconocido para mí. Llegué a contactar con los Templarios españoles. Son gente que viene de la guardia civil, militares, combatientes… Incluso fui a una ceremonia en Toledo.
Todo aquello significó entrar en otro mundo. Lo fuerte es que mi padre es un héroe para los Templarios.
¿Cómo has llevado los juicios sobre él? Te lo comento por su actitud camaleónica que le hacía acercarse a los nazis, a considerarse pintor republicano para unos, nacionalista para otros, templario solo para los más íntimos y en España incluso fue amigo de falangistas…
En algún momento he tenido la tentación de hacerlo, pero a su vez pensé: ¿qué habría hecho yo en esa situación? Cuando estás condenado a muerte las cosas se ven de otra forma…
“Mi padre era un fugitivo y tenía una condena a muerte a sus espaldas. Hizo de todo para sobrevivir.”
Por aquel entonces se dictaron muchas condenas de muerte, hubieron decenas de miles de casos de colaboracionistas investigados, miles de penas de cárcel y penas de muerte ejecutadas alrededor de 250. En el momento en el que solicitó la amnistía formalmente y se la negaron, habían solo 2 o 3 casos de belgas que estaban en el exilio y que no podían regresar. Y mi padre era uno de ellos por culpa de Louis Delgrange, el jefe de los servicios secretos alemanes y amante de su primera mujer, quien le «encalomó el muerto», aunque era mentira, y eso significase que estaría vinculado hasta el fin de sus días con un delito de sangre.
Mi hijo Nicolás y yo incluso fuimos al campo de concentración de Mauthausen para reconstruir la muerte de Raphaël Appels, que era la persona a la que según Delgrange había traicionado provocándole la muerte tras haberle delatado. Nos recibieron muy bien, porque dijimos que éramos amigos de una víctima. Y lo que sucede en estos casos es que recibes un trato especial y te ponen un guía. En nuestro caso fue una guía austríaca que hablaba todas las lenguas del mundo. Visitamos Mauthausen de principio a fin, incluso llegamos al lugar donde murió Raphaël Appels.
Si no has estado en este sitio antes, en este campo de concentración hay una habitación que se llama «la habitación de los nombres», y que realmente se trata de una instalación arquitectónica escalofriante. Es completamente negra y tiene unos volúmenes arquitectónicos negros, donde están escritos los nombres de todas y cada de las víctimas del campo. Ahí te das cuenta de la dimensión colosal de todo aquello… Allí encontramos el nombre de Appels, a pesar de que no tenían ni foto ni información sobre él. Fui yo quien les proporcioné una fotografía y su perfil biográfico.
Así que volviendo al malo malísimo de Louis Delgrange, al vincular a mi padre con un inventado delito de muerte, impidió que mi padre volviese a su país, a pesar de que el 15% de la población belga fue colaboracionista.
Creo que mi padre hizo todo aquello por interés y convicción. Piensa que para los nacionalistas, la llegada de los alemanes fue una buena noticia. Para ellos era la gran oportunidad de independizarse, ya que además los alemanes ya les habían favorecido en la I Guerra Mundial y ahora iban a hacer lo mismo. De hecho, el VNV, un partido político nacionalista flamenco que soñaba con crear el Dietsland, un territorio monolingüe, utópico, en el que solo se hablara neerlandés, y al que pertenecía mi padre, estaba financiado por Himmler…
“Quiero dejar claro yo no soy ningún modelo ético y moral de nada, y por ende no puedo juzgar a mi padre, porque no sé que hubiese hecho yo en una situación tan compleja, en la que su vida y la de su familia estaban en juego…”
He echado de menos más imágenes en el libro. Me hubiese encantado ver más fotos de tu padre y de todos aquellos que le acompañaron. ¿No encontraste material gráfico o elegiste ex profeso no incluirlo?
Este fue otro debate que tuve con mi editor. Él era más partidario que yo de poner fotos. Lo que pasa es que yo pensaba que con las fotos siempre me iba a quedar corto… Lo cierto es que tengo un dropbox con miles de imágenes de mi familia. ¡He saqueado los álbumes de mi familia! jajaja Así que lo que he hecho ha sido abrir una web: losespiasnohablan.com, que no está todavía operativa pero que lo estará los primeros días de septiembre. Allí habrá imágenes de todos los personajes secundarios.
Por cierto, ¿cómo ha vivido tu madre todo este proceso? Dices en el libro que ella ha sido fundamental. ¿Hubieron momentos duros para ella al tener que recordar a su difunto marido, descubrir sus otras vidas y rememorar todo lo que pasó junto a él?
Mi madre ha muerto hace pocos meses y ha sido una de las mayores fuentes de información. Durante todos los años que duró la investigación yo me iba a comer con ella, ya que la veía con bastante frecuencia, y siempre llevaba conmigo un cuaderno y un lápiz. mientras ella me contaba, yo iba tomando notas.
Ella estaba encantadísima de contarme todo lo que vivió con mi padre, las historias rocambolescas de su familia, etc… Mi madre era muy moderna, quizás demasiado moderna para su propio bien…
“Nada de lo que yo le conté a mi madre sobre mi padre le llegó a sorprender. Aquello encajaba con lo que ella de alguna manera había sentido y percibido.”
Aunque en cierta manera también sirvió para atar cabos. Pero no hubo nada que contradijera el concepto que ella tenía de él.
Cuando ya vi que su salud estaba muy precaria, las Navidades pasadas le regalé un ejemplar del manuscrito. No llegó a tener el libro impreso en sus manos…
Hay una anécdota que te pone la piel de gallina… Mi madre murió el 25 de mayo pasado, y yo ponía el punto final a las galeradas del libro el 22 de mayo. Ese día, antes de comer, envié el email a mi editor, y dos horas después me llamaron para decirme que mi madre había tenido un infarto. 48 h después murió.
“En lo que respecta a la parte española del libro, mi madre es coautora.”
¿Cómo definirías brevemente a tu padre?
“Karel era un artista, romántico, idealista, imprudente, aventurero, golfo… Era todas esas cosas, y además, un tipo majo, sorprendentemente tranquilo, muy cariñoso y muy muy familiar.”
Supongo que buscaba todo aquello que no tuvo.
Tras conocer más y mejor a tu padre, ¿en qué te has sentido más identificado? ¿qué sientes que hay de él en ti?
La creatividad me viene de mi padre. Dedicarme a la creatividad, tener interés por la pintura y por la belleza viene de ahí. Recuerdo estar con mi padre y hacerme apuntes sobre los anuncios de la televisión, en plan: «esto está muy bien fotografiado, muy bien iluminado, muy bien encuadrado…» La parte técnica y plástica de la publicidad me la inculcó él.
Además, a mí también me gusta mucho la gente, me gusta hablar, soy extrovertido… Y mi madre también, era muy parlanchina.
Como padre que también eres, ¿qué lecciones te enseñó Karel y que has querido aplicar?
Mi padre me llevaba a todas partes. Le daba igual donde fuera, pero siempre me llevaba. Y creo estar haciendo lo mismo con mi hijo.
Por cierto, ¿en qué lugar del Museo Reina Sofía está el cuadro de tu padre que se titula “Brumas”?
No está expuesto al público. El cuadro lo he encontrado recientemente. De hecho, Marisa de Madariaga, mi ex socia, que pertenece a los Amigos de la Fundación Reina Sofía, un buen día me presentó a una amiga suya alemana, hija también de espías alemanes, porque supuestamente tenemos un pasado «parecido». Resultó que esta persona es una experta en arte contemporáneo, y que ha trabajado en diversas ocasiones con gente del Museo Reina Sofía.
Le conté mi historia y se ofreció a averiguar si en algún archivo podría haber algún cuadro de mi padre. Así que empezó a indagar y resultó que en los fondos había uno a nombre de un tal Holemans. Lo que descubrió también es que estaba depositado en la Subsecretaria del Estado de Educación, a 10 minutos andando de mi casa. Así que fui hasta allí, bien escoltado, y lo vi.
Ha estado colgado 30 años en un despacho enorme, casposo y vetusto, encima de una librería. Lo identifiqué inmediatamente. No lo podía creer. Curiosamente, después de haber mostrado nuestro interés por el cuadro, el Museo Rena Sofía reclamó el cuadro de vuelta, lo restauró, lo fotografió y lo puso en la web pública. Así que si hoy tecleas: Reina Sofía Karel Holemans, aparece la ficha técnica del cuadro. No está físicamente expuesto, pero está en la web.
Volviendo a la posibilidad de convertir “Los espías no hablan” en película. ¿Tienes a alguien en mente para el papel de director?
Cuando firmé mi contrato con la editorial me reservé la mayor parte de los derechos audiovisuales. Lo que hemos conseguido es que una editorial belga-holandesa haya pedido una valoración de los derechos de traducción en apenas un mes desde que el libro vio la luz. Estamos muy contentos. Además, toda mi familia belga que no habla español está deseando leerlo en cuanto lo traduzcan.
Como el tema del colaboracionismo es un tema que tanto en Bélgica como en Holanda interesa muchísimo, creo que será allí donde haga algo, ya sea una película o una serie.
¿La gente que te conoce de la publi y/o clientes se han sorprendido al conocer tu historia?
Sí, mucho. Los más sorprendidos quizás son los que proceden de entornos más conservadores.
Sobre Carlos Holemans
Ha sido presidente del Club de Creativos de España y de la agencia de publicidad El Laboratorio, y ha realizado numerosas campañas para grandes grupos como Mercedes-Benz, Yoigo, Banco Santander, Iberdrola y Endesa, entre otros. Ha ganado mas de 150 premios creativo nacionales e internacionales y formado parte del jurado en los festivales de Cannes y San Sebastián. Dos de sus trabajos pertenecen a la colección de publicidad del Museo Reina Sofía.
Ha pasado más de diez años trabajando con historiadores y rastreando documentos de los servicios secretos alemanes y aliados. Ha interrogado a docenas de personas que tuvieron relación con su padre, tanto en Bélgica como en España. Unos no querían hablar, otros llevaban décadas esperando a que alguien les preguntara.
Tras la ardua investigación, un día Carlos Holemans pudo por fin contarle a su madre quién era realmente el hombre con quien ella se había casado.
(*) Foto portada de Ángel Álvarez. El resto de fotos son del archivo personal de Carlos Holemans.
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