
La importancia de los telómeros para vivir más y mejor
Hace apenas un par de semanas nos leímos un libro de las doctoras Elizabeth Blackburn, bioquímica australiana, descubridora de la telomerasa, una enzima que forma los telómeros durante la duplicación del ADN, que además fue Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 2009, y Elissa Epel, experta en estrés, bienestar y envejecimiento, profesora en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de California, San Francisco, y directora del Centro de Emociones y Metabolismo del Envejecimiento de la UCSF. Ambas han estudiado cómo los factores psicosociales y conductuales, como la meditación y el estrés positivo, pueden retrasar el envejecimiento y mejorar nuestra salud y calidad de vida.
Ambas han recogido en «La solución de los telómeros» gran parte de las conclusiones sobre las investigaciones realizadas, y, como podréis comprobar, no tienen nada que ver con una aspiración estética superficial que aboga por una apariencia eternamente joven, sino con la cura potencial de enfermedades. Principalmente porque tener telómeros cortos es el perfecto caldo de cultivo para muchas enfermedades.
¿Qué son los telómeros?
Los telómeros (cuyo nombre procede del griego, significa «parte final») son como los escudos protectores del ADN de nuestras células – en el libro hacen el símil con las puntas de plástico de los cordones de los zapatos -, y se encuentran en los extremos de los cromosomas con el fin de protegerlos y mantener la estabilidad cromosómica. Y tal y como aseguran sus investigaciones científicas se ha observado que la longevidad está directamente relacionada con su longitud…
“Diversas investigaciones científicas han determinado que la longevidad está directamente relacionada con la longitud de los telómeros.”
¿Y de qué depende que se acorten o alarguen los telómeros?
El estrés, fumar, beber alcohol, no dormir, una mala dieta o una carga genética en negativo son los principales factores. Sin embargo, a pesar de ello, la «buena noticia» es que los telómeros pueden acortarse y alargarse a medida que mejoramos nuestros hábitos y llevamos una vida más saludable en todos los sentidos. Es decir, no es algo inmóvil, sino que podemos cambiarlo, incluso si hemos nacido con telómeros cortos, debido a que nuestros padres también los tenían así.
Por eso, vemos a personas con 35 que se ven muy mayores y a otras con 60 que no lo aparentan para nada. ¿La clave? Está en los telómeros. Y de hecho, a medida que nuestras células se dividen para multiplicarse y para regenerar los tejidos y órganos de nuestro cuerpo se va reduciendo la longitud de los telómeros, y eso hace que envejezcan y que no puedan proteger el ADN.
La enzima telomerasa puede proteger a los cromosomas del envejecimiento
Esta enzima ayuda a evitar que los telómeros se acorten y mantengamos jóvenes a nuestras células. Por este motivo, el estrés crónico deteriora y acorta los telómeros, acelerando el deterioro celular y provocando no solo el envejecimiento prematuro sino que disminuya nuestra esperanza de vida.
“El estrés altera la producción de la telomerasa, una enzima que combate el acortamiento de los telómeros.”
Asimismo, según las autoras del libro, no son las situaciones por sí mismas las que causan el acortamiento telomérico, sino las reacciones ante el estrés. Y cuando éste se convierte en un rasgo duradero y definitorio de nuestras vidas, puede operar como un veneno administrado poco a poco. Cuanto más tiempo dure el estrés, más se acortarán nuestros telómeros. Por este motivo, es de vital importancia salir de esas situaciones prolongadas y psicológicamente tóxicas en la medida de lo posible.
Genes y telómeros
Como os decíamos al inicio, nuestros genes influyen en los telómeros, tanto en la longitud que tienen cuando nacemos como en la rapidez con la que menguan. Sin embargo, los diferentes estudios e investigaciones realizadas indican que podemos «controlarlos». ¿Cómo?
– Remodelando nuestra forma de reaccionar ante situaciones difíciles y afrontándolas de un modo más positivo.
– Meditando (Minfulness). Se ha demostrado que no solo ayudan a reducir el estrés sino que incrementa la concentración de telomerasa. Porque al parecer, tenemos alrededor de 65.000 pensamientos diarios. Y en realidad carecemos del control para generar nuestros pensamientos; aparecen hagamos lo que hagamos. Pero cuando practicamos el pensamiento consciente, nos damos cuenta de que cerca del 90% de lo que pensamos son repeticiones de pensamientos que ya hemos tenido antes.
“No te creas todo lo que piensas.”
– Haciendo deporte regularmente.
“Hacer ejercicio es entrenamiento resistente para nuestras células.”
– No consumiendo alimentos procesados y optando por alimentos saludables: productos naturales e integrales y Omega-3.
– No fumando. Los fumadores tienen una concentración de cadmio en sangre que duplica a la de los no fumadores. En un estudio estadounidense de gran envergadura sobre adultos, se concluyó que aquellos que habían sufrido mayor exposición al cadmio acumulaban hasta 11 años adicionales de envejecimiento celular.
– Por supuesto, no consumiendo drogas.
– Haciendo terapia para conocernos y gestionar mejor nuestras emociones.
– Durmiendo al menos 7 horas.
– Promoviendo pensamientos positivos y resilientes.
– Teniendo un propósito en la vida, ya que es lo que nos brinda lo que se llama: felicidad eudaemónica, que es el bienestar duradero.
– Siendo autocompasivos y compasivos con los demás.
– Manteniendo relaciones no tóxicas.
– Ayudando, de la manera que consideremos, a otras personas o seres.
De hecho, el libro hace mucho hincapié en la parte psicológica, en nuestro storytelling interior, en cómo nos tomamos las cosas, en cómo nos relacionamos, en nuestras primeras vivencias durante la infancia, en nuestra educación, etc… Porque la suma de todo eso nos convierte en quienes somos, y eso genera una manera de ser y de comportarse que puede ir a favor nuestro o justo lo contrario.
“Una de las principales preocupaciones del cerebro es predecir el futuro. Escudriña en entorno constantemente y lo compara con experiencias previas en busca de potenciales amenazas.”
Sin más, la longitud de nuestros telómeros debe preocuparnos por nuestra salud integral no por aparentar tener menos años. Al final eso será una consecuencia por sentirnos saludables por dentro.
(*) Fuente: «La solución de los telómeros».
Deja un comentario