Retrato de una mujer en llamas, una película de Céline Sciamma

No nos vamos a andar con rodeos: «Retrato de una mujer en llamas» es una obra maestra, y el tiempo nos dará la razón.

Como podréis comprobar, el cuarto largometraje de Céline Sciamma («Lirios de agua», «Tomboy»,«Girlhood») es una joya para los sentidos. En esta ocasión, la historia tiene lugar en la Bretaña francesa, en 1770, época en la que las mujeres tenían un destino muy claro y muy poca voz y voto. Eran prácticamente como un accesorio de los hombres, y tenían que casarse sí o sí, independientemente de su parecer. Al tratarse de un deber, cuestionarse el matrimonio concertado, con o sin amor, era un pecado, y negarse consistía en cavar su propia tumba.

Teniendo en cuenta este terrible contexto, la historia de Marianne (Noémie Merlant) y Héloïse (Adèle Haenel) es la de dos heroínas que sin proponérselo y contra todo pronóstico tienen una relación amorosa sublime, que va más allá del deseo carnal. Una aventura furtiva, con el arte como telón de fondo, y en la que una ubicación brutalista y escarpada pone el broche a los sinsabores que inevitablemente deben vivir…

«Retrato de una mujer en llamas» es una oda al verdadero amor, independientemente de géneros y de prejuicios. Un alegato a lo que significa enamorarse y sentir una atracción incontrolable por alguien. Un proceso lleno de fascinación física, sexual, y en este caso, sobre todo platónica. Porque aunque nuestras ilusiones vayan hacia otros derroteros, Sciamma lo deja claro, y no por eso decepciona. Todo lo contrario, porque esa imposibilidad aviva más su deseo, incrementa la poesía de cada escena y transforma el drama en una epopeya inolvidable.

Otra de las cosas que más nos han gustado del film es la posición que consigue que adoptemos los espectadores. Nos convierte en unos verdaderos voyeurs, que descubren esos primeros compases, esas primeras miradas penetrantes y a veces esquivas, esas primeras sonrisas, esos primeros roces, esas primeras palpitaciones… Todo un lenguaje no verbal, que parece ajeno a los demás, pero que Sciamma nos muestra de una manera exquisita y sutil, convirtiéndonos en testigos de esta pasión secreta, enigmática y tan sensual.

No podemos concluir esta reseña, sin destacar la magnífica dirección de arte y fotografía del film. Cada imagen es un regalo y un posible lienzo. Y la banda sonora pone la guinda a este delicioso pastel, logrando que «Retrato de una mujer en llamas» obtenga una matrícula de honor en toda regla.

Una película estremecedora, llena de poesía, arte y amor en mayúsculas. Muy recomendable.


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