
Nagoro, el pueblo japonés donde la mayoría de sus habitantes son muñecos
Nagoro es un pequeño pueblo «muy especial» y de difícil acceso, perdido en medio del valle de Iya en la isla de Shikoku en la prefectura de Tokushima, Japón. Lo que le otorga esa idiosincrasia tan única es que curiosamente… en lugar de estar poblado por personas, la mayoría de sus habitantes son muñecos (solo son humanos unos 27).
Sí, sí, no es una película. Y es que aunque hace 60 años Nagoro tenía cientos de habitantes y estaba lleno de vida… después tuvo lugar una época en la que el pueblo se vació, ya que gran parte de sus lugareños se fue en busca de empleo o simplemente fallecieron… Por ello, cuando Tsukimi Ayano, de 71 años, optó por regresar a Nagoro hace más de 14 años para cuidar a su padre, y vio aquel panorama tan desolador… decidió repoblarlo con muñecos hechos a mano por ella misma con paja, palos de madera forrados con papel de diario, lana y ropa vieja, para lograr enfrentarse mejor a la soledad.
«Los 350 muñecos hechos por Ayano y sus amigas superan el número de residentes en una proporción de más de 10 a 1.»
Lleva haciendo esto más de 16 años, y en la actualidad, Nagoro cuenta con 350 muñecos residentes de un tamaño «escala humana». Para que os hagáis una idea, Tsukimi Ayano ha «repoblado» desde la escuela con docenas de muñecos esperando pacientemente a que comience la clase, así como cientos de rincones, incluida su casa, de este pueblo japonés.
Pero… ¿cómo empezó todo?
En el terreno que está delante de su casa en Nagoro, plantó unas cuantas semillas de chícharos y rábanos, y para evitar que los pájaros se las comiesen hizo un espantapájaros a imagen y semejanza de su padre. Le quedó tan «real» que optó por colocar más muñecos más que parecían mujeres quitando la mala hierba y otros al lado del camino. ¿Y qué fue lo que pasó? Pues que algunos viajeros al verlos se detenían ¡para pedirles indicaciones! Aquello le pareció tan divertido a Tsukimi, que decidió hacer más. Desde inmortalizar al resto de miembros de su familia hasta recrear a muchísimos ex habitantes del pueblo. De esta manera, al pasear por Nagoro se nota la presencia de «gente» trabajando en el campo, pescando en el río, simplemente sentados en la carretera o simulando que llevan a cabo otra serie de actividades cotidianas. Y la verdad es que de lejos… todos parecen tener vida propia…
«Ahora imparte clases de fabricación de muñecos en un pueblo cercano o en su estudio, ubicado en la antigua guardería infantil de la aldea.»
Sin más, aunque esta historia pueda parecer un poquito cripy, lo cierto es que con esta iniciativa Tsukimi ha conseguido atraer a turistas y poner a Nagoro en el mapa.
Valley of Dolls from Fritz Schumann on Vimeo.
(*) Foto: christopherkhoitran.
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